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Héroes contra dragones
Por Belladamix y Sumi
San Jorge es el gran vencedor del dragón en la tradición cristiana, que aparece como el matador por excelencia del monstruo infernal, tanto en la Cristiandad occidental como en la oriental. En torno a su persona se forza toda una leyenda que está muy ligada al mundo de la Caballería medieval.
Pero la mitología del héroe que vence al dragón la encontramos en muchas culturas, entre ellas la celta, y por eso vamos a hablar de este mito, coincidiendo con que hace poco más de un mes se celebró en el mundo entero el día de San Jorge, el 23 de abril, día del libro en muchos países, dada la coincidencia de ser el día en el que murieron dos grandes escritores: Cervantes y Shakespeare.
La lucha con el dragón es un motivo universal y de raíces milenarias que figura como elemento central en la cosmovisión y la iconografía de casi todas las culturas tradicionales. Con ligeras variantes, este combate contra el fabuloso monstruo acusa su presencia en los más apartados pueblos de la tierra, sin distinción de épocas ni latitudes, en lo que constituye una clara muestra de coincidencia inter-cultural o inter-tradicional.
La lucha contra el dragón se pierden en la noche de los tiempos. Según el paleontólogo Edgard Dacqué, en la escena mítica habría un eco de las luchas de los hombres prehistóricos hubieron de librar contra monstruos extinguidos. Dondequiera que dirijamos la mirada encontramos la imagen del paladín de la luz contra la bestia abisal. En las más antiguas culturas aparece ese combate épico preñado de consecuencias civilizadoras desde el Egipto faraónico y la Mesopotamía semítica a la India védica, la Persia zoroástrica, el Japón sintoista a África o la América precolombina.
En la mitología egipcia la lucha con el dragón aparece bajo la forma del combate que Ra, el Dios-Sol, libra contra el monstruo Apep, llamado Apofis por los griegos.
En la civilización mesopotámica, el dios Marduk, dios babilónico de la luz y de la inteligencia, lucha con Tiamat, el dragón-serpiente de las profundidades marinas.
En la mitología hitita el vencedor del dragón es Teshub, Terup o Tarku, dios de las tormentas, que vendría a ser el equivalente minoasiático del Thor germánico, porque comparte múltiples cartacterísticas, como su carácter guerrero y algunas armas distintivas, entre las que figura, además de la lanza, la espada y el tridente, el hacha de doble filo, que pudiera ser también una maza o un martillo.
Entre los fenicios, Baal es el dios celeste y dios de las tormentas que tiene que luchar contra varios monstruos adragonados con nombres diferentes, pero parecen ser el mismo ser Baal es una misma persona con Melkart, el Hércules fenicio y cartaginés.
En la antigua India, una de las versiones más conocidas de la lucha con el dragón es el episodio que se recoge en los Vedas, sonde se relata el enfrentamientro entre Indra y el dragón Vritra.
La mitología griega es rica en episodios relacionados con el tema. Sus dioses y héroes han de enfrentarse a menudo con la serpiente, el dragón o el monstruo de los abismos, haciendo así de la drakomakía un leitmotiv del mundo conceptual y simbólico de la antigua cultura helénica.
Entre las representaciones más típicas en la tradición nórdico- germánica hay que señalar que también aparece este mito. En él descuellan las figuras de Thor, el dios preferido del General Vercingetorix, el dios del Trueno con su invencible martillo, y de Sigfrido, el héroe por excelencia de las estirpes germánicas. Una de las escenas más conocidas de la mitología nórdica es la del dios Thor lucahndo con la Serpiente de Midgard o Serpiente del mundo. Monstruo que vive fuera de Midgard, el mundo humano, el "País del Medio" o "Tierra del centro", cuyo contorno rodea. Se trata de un reptil de grandes proporciones que habita en el fondo del mar y que forma parte de la estirpe del dios Loki, el dios del mal y de la mentira, lleno de odio, ira y afán destructor, que vomita sobre el mundo nubes de veneno y provoca grandes catástrofes al agitar el agua de los mares. Ligado al rayo y al relámpago, Thor se perfila como un dios amigo y protector de los hombres. Su función fundamental es combatir a las fuerzas que amenazan el orden cósmico y que atentan contra la paz y esplendor del mundo divino, así como defender la vida humana de las potencias hostiles que acechan en el abismo. Es descrito como hombre de gran talla, corpulento y atlético, con cabellos pelirrojos y con una lunega y espesa barba, asimismo rojiza, por ello se le da el apodo de "Barbarroja, y con mirada penetrante. Thor recorre sus dominios terrestres montado sobre un carro de combate tirado por dos carneros o machos cabríos, tan barbudos como él. Posee tres atributos prodigiosos: el martillo, que es su arma predilecta, al mismo tiempo maza y hacha, que unas veces aparece como hacha de piedra y otras como martillo incandescente; el guante con el cual puede agarrar el martillo sin quemarse; y el cinturón mágico, que redobla su fuerza y lo hace invencible. Se ha subrayado la identidad simbólica del hacha de Thor con el hacha de combate o hacha de doble filo de los antiguos pueblos indoeuropeos, así como con el hacha de sílex del Neolítico.
Sigfrido o Sigur es hijo de los reyes de las Tierras Bajas y descendiente de Odín. Al morir sus padres fue adoptado por el enano Regin, el herrero de los dioses, quien se quiere aprovechar de él para servirse de su fuerza con vistas a sus ambiciosos planes, entre ellos, aprovecharse del tesoro guardado en una montaña por el dragón Fafnir. Sigfrido encarna la quintaesencia del heroísmo: el el héroe supremo de la antigua tradición germánica. En él podemos ver la más típica representación del héroe solar o la encarnación del dios solar.
Entre los pueblos bálticos encontramos al matador del dragón en la figura de Perkunas o Perunu, cuya afinidad con el Taramis celta ha sido puesta de relieve por numerosos autores. Pekunas es la divinidad suprema, el dios celeste, señor del trueno y de la tormenta, poderoso esgrimidor del martillo que causa el tronar y con el cual aplasta la cabeza del dragón.
El mundo mitológico y simbólico céltico, tan próximo al germánico no es extraño a este motivo universal. La lucha con el dragón deja en evidencia que es un motivo típico de la religiosidad indoeuropea, pues en él se representa la contienda entre los poderes de la luz y la oscuridad. Numerosos son los relatos sobre combates con dragones. El dios celta que presenta muchas características del vencedor del dragón es Taramis o Tonaros. Se trata de un dios del cielo y del sol, así como del trueno, el rayo, la tormenta y la lluvia, vinculado por tanto también a la fertilidad y el rejuvenecimiento de la naturaleza. Se le suele representar llevando en una mano un rayo y en la otra una rueda radiada, emblema solar. A veces porta también la esvástika, así como uno o dos cuernos de la abundancia, recibiendo el nombre de Cernunnos, "el Cornudo".
Pero, tal vez, sea el dios Lug el que mejor encarna el papel de vencedor. Lug, Lugh o Lugus, cuyo nombre está estrechamente relacionado con la voz griega Lux, presenta un extraordinario paralelismo con el Apolo griego, aunque a veces ha sido equiparado a Júpiter y a Herakles. Al igual que Apolo, Lug es el dios de la música y la poesía, y personifica la claridad, la lucidez y la belleza. Diestro artesano como indica su sobrenombre Samildanach (el de los muchos dones), es también un valiente guerrero que maneja con destreza la honda y la lanza. Lug es un personaje luminoso y radiante, su nombre también significa blanco, brillante o reluciente, que posee una lanza mágica, Gai Bolga, traída de las regiones hiperbóreas.
Pero desde luego, la figura más conocida en la lucha contra el dragón es San Jorge.
San Jorge era un soldado y tribuno romano de la Capadocia (Turquía), que en el año 303 después de Cristo, y después de convertirse en miembro de la guardia personal del emperador Diocleciano, éste le torturó hasta la muerte por reconocer ser cristiano.
Mucho siglos después surgió el mito de que mató a un dragón y salvó a un princesa. La historia gustó tanto que en distintos sitios en todo el mundo lo celebran como Aragón, Canadá, Cataluña, China, Inglaterra, Etiopía, Georgia, Grecia, Montenegro, Palestina, Portugal, Rusia, y Serbia, y ciudades como Amersfoort, Beirut, Ferrara, Friburgo, Génova, Ljubljana y Moscú. Y el mito también llegó hasta Japón, aunque San Jorge se llamase Susano-oh (dios del trueno) y el dragón fuese, en realidad, Yamata-no-Orochi.
San Jorge (y el drágon)
K. Lobo Solitario
Canonizado como uno de los catorce santos auxiliadores (con la función de sanador de los animales domésticos), según se cree fue un antiguo soldado romano, nacido en una familia cristiana, que vivió durante el siglo III. Sería beatificado como mártir tras ser decapitado un 23 de abril, habiendo sufrido diversas torturas por negarse a obedecer la orden de perseguir a los cristianos dada por Diocleciano y además revelar su condición de creyente.
En el folclore popular y en la tradición cristiana, es considerado un “matador de dragones” (representación cristiana del Mal y el Diablo), que se aparece ante los guerreros creyentes en momentos de gran necesidad para ayudar en una batalla reñida.
La leyenda del dragón
Se dice que, tiempo atrás, vivía en un lago de Silca (Libia) un fiero dragón que atemorizaba a los lugareños, obligándoles a llevarle comida en forma de reses a cambio de no atacar la ciudad misma. Tan voraz era el hambre de la criatura, que no pasaría mucho tiempo antes de que la comida se agotase y los aldeanos debieran sortear quién de ellos sería sacrificado como alimento a cambio de salvar a sus conciudadanos.
Hasta que un día, fue la propia hija del rey quien tendría que afrontar tan fatal destino. Siendo como era un hombre adinerado, el monarca pretendió comprar la vida de su primogénita a cambio del retoño de algún otro aldeano. Sin embargo, por más ingentes que fuesen las riquezas ofrecidas, ninguna familia quiso aceptar la oferta.
Así, la doncella se despidió de su padre y tomó rumbo al lago del dragón. Se encontraba próxima al lugar y dispuesta ya a aceptar su suerte con resignación, cuando una figura caballeresca se cruzó en su camino: no era otro que San Jorge, quien escuchó atentamente su historia. Y, sintiendo piedad ante semejante suerte, se aprestó a evitar más sacrificios y aceptó enfrentarse al dragón.
A lomos de su caballo se abalanzó contra la criatura, lanza en ristre y protegido por el sacro símbolo de la cruz. Siguió al embiste una batalla cruenta y sin cuartel, en la que ninguno de los dos contendientes daba tregua al otro. Al cabo, el caballero logró abatir al colosal ser, que tras caer cuan largo era, fue hecho prisionero. Junto a la princesa, San Jorge lo condujo sumiso, aún con vida pero cercano a su último aliento, hasta la ciudad, donde lo mostró como un trofeo a sus paganos habitantes.
Éstos, admirados por el arrojo y bravura del caballero, se convirtieron al cristianismo sin vacilación e incluso el rey mandó erigir una iglesia dedicada al santo y a la Virgen, de cuyo altar se dice que surgió un manantial de aguas que sanaban la enfermedad. En ese momento, San Jorge dio por fin muerte a la abominable criatura y liberó a los habitantes de Silca de su obligado sacrificio.
Origen del mito
Algunos historiadores creen que esta leyenda podría haber sido adaptada al cristianismo a raíz de mitos paganos más antiguos, como el dios Sabazios, cuya figura a caballo pisoteando un dragón es claramente similar a la de San Jorge. Y la lucha contra el dragón bien podría consistir en la visión religiosa del combate de Perseus contra el monstruo marino Cetus para liberar a la princesa Andromeda, o tal vez proceda de otros cuentos indo-europeos. En cualquier caso, el mito representa la derrota de la idolatría mediante el poder de la fe, mientras que la dama es la región de la que se expulsa toda herejía.
Desde Libia la leyenda se difundiría por buena parte de Europa, diluyéndose en el folklore popular de un modo u otro y convirtiéndose el santo auxiliador en patrón de numerosas ciudades y países: desde Inglaterra hasta Etiopía, pasando por Georgia, Grecia (cuya bandera porta su cruz), Palestina y Rusia entre otros, y en la propia Península Ibérica, de Portugal, Castilla y León, los territorios de la antigua Corona de Aragón (actuales Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia), y la ciudad de Cáceres. Coincidiendo también con la jornada asociada a la muerte de Shakespeare y al entierro de Cervantes, la UNESCO declaró éste como el Día Internacional del Libro y (para bien o para mal) del copyright.
San Jorge en la Península Ibérica
En Cataluña, durante la diada de Sant Jordi (día de San Jorge), aún se mantiene la antigua costumbre de intercambiar regalos entre las personas queridas, ofreciendo los hombres una rosa a las mujeres y éstas libros a ellos. Se cree que esta tradición surgió alrededor del siglo XV, época en la que se hacía entrega de dicha flor a las mujeres que acudían a la misa en la capilla de San Jorge del Palau de la Generalitat (Palacio de la Generalidad). Durante la jornada, muchos balcones se engalanan con la senyera catalana y en las Ramblas se añaden diversos puestos de venta, donde también firman libros los propios autores.
Más al norte, en Aragón, se dice que Sant Chorche hizo una milagrosa aparición durante la lucha de moros y cristianos de la batalla de Alcoraz, a finales del siglo XI; en la que hasta entonces ninguno de los dos bandos parecía ser capaz obtener la victoria hasta que el santo prestó su ayuda. Desde entonces, los reyes aragoneses adoptarían el drac (dragón) como elemento ornamental de sus vestiduras, invocando al santo cada vez que necesitasen protección durante una batalla.
Durante la Baja Edad Media también se decretó la celebración de una fiesta pública en los reinos vecinos de Mallorca y Valencia; en algunas localidades de ésta última se celebran espectáculos de “moros y cristianos”, pues se considera que en ambas comunidades se apareció del mismo modo el santo para ayudar en la conquista de ciudades bajo dominio morisco. En Castilla y León se asocia el día con la derrota del bando comunero, dando fin a la Guerra de las Comunidades de Castilla del siglo XVI.
En Portugal, uno de los castillos más famosos cambió su nombre por Castelo de São Jorge (Castillo de San Jorge), tras el casamiento del rey Juan I (João I) de Portugal con la princesa inglesa. En este país luso, el dragón (dragona en este caso) recibe el nombre de Coca y se dice que San Jorge no pudo derrotarla hasta cercenarle una oreja con su espada, lo que provocó que la criatura perdiese su fuerza sobrenatural.
Y en la actualidad quizá sea Cáceres uno de los lugares donde se conmemora esta jornada de un modo más “tradicional”. En esta ciudad, cuya conquista definitiva por parte de los cristianos se dio un 23 de abril, se dice que el ejército morisco que ocupaba la villa tenía al feroz dragón como “mascota”, haciendo imposible durante meses la toma del lugar. Llegado el momento, San Jorge acudió en auxilio de los atacantes, enfrentándose en cruenta lucha a la temible criatura y logrando, al fin, darle muerte.
A partir de entonces se convirtió en costumbre quemar una figura de dragón en la Plaza Mayor, además de prender hogueras en diversos barrios para simular los asentamientos de las tropas que tomaron la villa (aunque esta actividad es muy irregular y poco ejecutada en los últimos años, fue registrada en el fuero de la villa). Acompañaban al festejo lanzamientos de brevas entre los vecinos, que en la actualidad ha sido sustituido simplemente por una representación de la batalla.
Asimismo, se dice que fue la propia Isabel la Católica quien tejió con sus manos el pendón de San Jorge en seda carmesí que a día de hoy sigue en el ayuntamiento, considerada una de las banderas militares más antiguas de toda España.
También se vincula la noche de la conquista de esta villa a la trágica leyenda de la princesa mora, hija del caíd árabe del lugar... pero eso es otra historia que será narrada en otra ocasión.